viernes, 14 de diciembre de 2007

La castañera sabe de química inorgánica sin quererlo

Cuando observamos las cacerolas que se usan en la calle para asar castañas nos sorprende el humo blanco que se extiende a muchos metros del origen, creyendo que es vapor de agua junto con el humo cuál chimenea de una fábrica. Nada más lejos de la realidad, y es que las castañeras adicionan sal de cocina de tiempo en tiempo en la zona baja donde se quema el carbón; su objetivo es obtener castañas atractivas para la venta, blancas en vez de negruscas.
Las altas temperaturas en esos hornos rudimentarios, superiores a los 1500C en su parte central, son suficiente para fundir y volatilizar las sales iónicas, generando micropartículas blancas de cloruro sodio y/o magnesio que vuelan en el aire, ofreciendo un panorama tipo niebla que realmente corresponde a un aerosol sólido (suspensión de finísimos granos de estas sales en el aire). En cambio un aerosol líquido sería una suspensión estable de gotitas, como ejemplo tenemos las nieblas o neblinas cuando hay zonas frias cerca de la superficie terrestre.

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