domingo, 16 de diciembre de 2007

El hidrógeno no es tan verde como parece:con la contaminación en los talones

Cada día es mayor el interés de todos en lograr soluciones energéticas que no sean dañinas para el medio ambiente, como ha señalado recientemente el famoso economista J. Rifkin . En ese contexto se viene lanzando como sistema ideal al gas hidrógeno, H2, pero su introducción masiva en el mercado afectaría al reactor químico natural de nuestra atmósfera.

Cuando se dice que el hidrógeno es un combustible limpio en relación al medio ambiente no se está analizando el ciclo global de su empleo a gran escala. Una economía basada en el H2, aparentemente no contaminante, nos puede conducir a un aumento de su concentración en las capas altas de la troposfera (hay que recordar que este gas es el más ligero de todos y por tanto su velocidad de difusión es la más elevada, con lo que nos proporcionaría una alta incidencia de fugas). De esta forma, y como se ha planteado en trabajos en revistas científicas de alto nivel como Science, es evidente que el hidrógeno perturbaría seriamente el equilibrio de las especies químicas de la troposfera superior donde llegaría sin dificultad. Allí, el H2 reaccionaría fotoquímicamente con los radicales hidroxilo, OH, reduciendo su concentración y evitando la misión de los OH dirigidos a “eliminar” las moléculas de metano, CH4, por lo que se incrementaría la concentración de este último gas que contribuye al efecto invernadero (aumento de la temperatura media de la Tierra). Por consiguiente, el H2 favorecería el efecto invernadero de forma indirecta, incidiendo en nuestro complejo sistema climático. Sería conveniente que los científicos e ingenieros que tienen relación directa o indirecta con el medio ambiente reflexionaran sobre estos aspectos novedosos del hidrógeno. Nadie duda de la bondad del hidrógeno como combustible, sin olvidar sus problemas asociados: riesgo de explosión en su uso, y técnicas sofisticadas y/o caras para su producción, almacenaje y transporte. Pero deberíamos seguir analizando las consecuencias que pudiera generar una futura economía del hidrógeno en las capas altas de la troposfera. Como corolario podemos plantear varias reflexiones: ¿es posible frenar la contaminación de la atmósfera? ¿estamos a tiempo? ¿puede la tecnología actual acometer con éxito este gran problema? ¿el efecto invernadero se eliminará usando hidrógeno a gran escala?

viernes, 14 de diciembre de 2007

La castañera sabe de química inorgánica sin quererlo

Cuando observamos las cacerolas que se usan en la calle para asar castañas nos sorprende el humo blanco que se extiende a muchos metros del origen, creyendo que es vapor de agua junto con el humo cuál chimenea de una fábrica. Nada más lejos de la realidad, y es que las castañeras adicionan sal de cocina de tiempo en tiempo en la zona baja donde se quema el carbón; su objetivo es obtener castañas atractivas para la venta, blancas en vez de negruscas.
Las altas temperaturas en esos hornos rudimentarios, superiores a los 1500C en su parte central, son suficiente para fundir y volatilizar las sales iónicas, generando micropartículas blancas de cloruro sodio y/o magnesio que vuelan en el aire, ofreciendo un panorama tipo niebla que realmente corresponde a un aerosol sólido (suspensión de finísimos granos de estas sales en el aire). En cambio un aerosol líquido sería una suspensión estable de gotitas, como ejemplo tenemos las nieblas o neblinas cuando hay zonas frias cerca de la superficie terrestre.